Viernes 16

Hoy, ni puente, ni Millás, ni cine, ni pipas! Es un día asombrosamente gris muy típico del fin de año, de los que no serán ni para recordar. Para hacerle un hueco al grueso mantel que tenemos encima habría que usar un cohete y echarnos al espacio para contemplar desde arriba la vida terrena. Mientras tanto nos toca vivir bajo la sombra de cumulonimbos compartos, en una semioscuridad guiados solo por las farolas y las luces navideñas esperando que no les falten bombillas! Ya que los días son cada vez más cortos y parecen claros en medio de noches interminables. Odio el invierno! No tan solo porque me quita horas de sol, ni por el frío (que sulo aguantar bastante bien) sino porque provoca en mi un profundo cambio. Me siento extraño, mi cuerpo se cansa enseguida, mi mente va más lentamente y estoy mucho menos dispuesto a arriesgarme por las calles del centro para irme de compras o solamente dar un paseo. Me veo obligado a competir con las miles de personas quienes llamadas por una voz interna transitan sin destino o van rumbo al mismo blanco. Un desplazamiento normalmente fácil se hace imposible. Para ir de un punto A hacia un punto B me demoro el doble de tiempo! Primero porque la gente no sabe caminar. Arrastran los pies y toda la carne que llevan de sobra! Pensaran aquellos bípedos que no hay nadie detrás o que nadie tiene prisa en esas fechas? No les importa en absoluto bloquear el trafico dando frenazos sin avisar y pararse a cada rato para contemplar no se qué! Ahora que la noche cae más temprano es como si tuvieran miedo a chocarse contra otros seres humanos. Otros despistados como ellos, escapados de un psiquiátrico que avanzan la mirada vacía y se detienen solo por miedo a perderse. El resultado de esa gran convergencia sin jefe de fila hacia el corazón de la ciudad a velocidad lenta, (que tiene más que ver con una marcha fúnebre intemporal que con un desfile de la vanguardista de la moda) además de provocar atascos hectometritos en las aceras y agrupaciones multitudinarias alrededor de los semáforos donde, bien disciplinados todos esperaran a que el muñeco se ponga verde o que el poli de turno con chaleco amarillo anti atropellos les de la señal para cruzar la carretera aumenta el estrés en general y el mío en particular. Total, ya no se por donde ir ni cuando tengo que salir de casa! Al menos que consiga madrugar (lo que me cuesta cada vez mas), creo que me va a tocar hibernar pronto, como los osos polares, una buena temporada alejado del resto.

Fácil me quedaría en mi sofá (si tuviera uno) mirando televisión (si los programas no fueran tan malos) o la pantalla en negro de mi televisor plano, imaginándome entonces lo que quisiera ver… Pelis porno con chinitas atrevidas, Rachel Welch hace 45 años, documentales donde unos dinosaurios devoradores de hombres ponen fin a la humanidad o el fin bien real del mundo en 3D sin mover una pestaña ni un solo dedo para detenerlo! Hasta podría sentarme un una de mis incomodas (pero bonitas) sillas vintage frente a mi mesa (la de la terraza que guardo adentro y que ahora me sirve como escritorio) y ponerme a redactar (si supiera de que hablar) un bonito texto sobre la falta de acontecimientos de esa triste jornada, el penúltimo viernes del año. Sin mucha inspiración le daría a mi crónica un sonante título para engañar al lector, ”viernes 16”, por ejemplo! Algunos pensarían al leerme luego que me equivoque, porque el único viernes que cuenta y del que se suele hablar (para bien o para mal) es el 13 no el 16 que no tiene nada especial. Es verdad y precisamente por eso! Inmortalizar un día cualquiera tiene merito! Un viernes entre tantos del que nadie se hubiera acordado sin nuestra ayuda!