Nada que contar

Por dónde empezar? Me imagino que por el final. Una vez más estoy en el tren rumbo a Francia. O sea que voy a tener 14 horas (hasta mas) para contarles una bonita historia, empezando… Ya! Lo más gracioso es que en ese mismo instante no se me ocurre nada interesante. Ninguna imagen me pasa por la cabeza. Mi mente está totalmente despejada. Por aburrida que parezca la vida en general, igual siempre revela su lote de sorpresas a quien sabe mirar. Habría entonces perdido mi sentido de la observación? Claro, que no, pero no es lo mismo mirar a la calle o hacia cualquier lugar público, observando a un grupo de gente determinado como lo suelo hacer desde por ejemplo la silla de un café que imaginarme desde el asiento vencido de un viejo tren cuya falta de decoración nos condiciona más bien a no ver más allá de sus tristes paredes, la vida bulliciosa que sacude el macadam afuera. Pensando encima que me dirijo a ese destino que para mí perdió su encanto hace tiempo, la ya no tan decadente ciudad de Paris.

Unas nubes gruesas a punto de reventar y descargar sobre nuestras pobres cabezas hectolitros de agua contaminada parecen detenerse en lo más alto del cielo, como pintadas sobre el lienzo de un cuadro antiguo. Mientras abajo, el gusano de metal se abre paso en la pradera para huir del madroño podrido. (Me gusta esa metáfora, este paralelo entre Madrid y la gran manzana Nueva York.)

Abro una lata de Coca Cola Zero que como no, sabe a medicina! No sé si será por el envase o si el extraño sabor proviene de la fermentación de la misma bebida? Según dicen en la tapa, fue envasada en Madrid. El proceso de los españoles será distinto al de los yanquis? Como solo tengo dos horas y pico de autonomía en mi compu que guardo para luego descansar mirando una peli argentina, escribo a mano sobre un viejo cuaderno rescatado hace poco del olvido. Tomando sorbos de mi poción refrescante entre lapizazos, puntuando mis frases de pequeños eructos involuntarios debido al gas que contiene aquel líquido marón. La cafeína me mantendrá despierto y a lo mejor me proporcionara la imaginación que me hace falta. Además del agua carbonata ya mencionada, incluye la mezcla diversos: colorantes, edulcorantes, acidulantes, aromas y un corrector de acidez (no mi imagino si no lo tuviera)  mas toda una batería de ingredientes desconocidos cuyo primero factor común es que todos pertenecen a la gran familia de los conservantes inidentificables por la “E” mayúscula que precede su código. Un gran vals de números… La E150d, las E950, 951 y 952, la E338 y la 331. Nos la juzgaremos a esa curiosa lotería sin premio cada vez que levantamos el codo. Cuál es el añadido de estas substancias para el cuerpo humano y cuáles serán las consecuencias a largo plazo sobre nuestros organismos? No se sabe, pero tampoco importa! Tenemos otras prioridades más urgentes! (No me pregunten cuales!) Fuera de los conservantes también contiene una fuente de fenilamina. Que será esto? Si no estuviera atrapado en el tren, hasta llamaría al servicio de información al consumidor para preguntárselos. Y si me estaba tomando puro veneno desde que sacaron al mercado la bendita Coca Cola Zero? Pero para que no me sangren los de mi compañía de teléfono móvil, ni se me agote en seguida el saldo de mi tarjeta llamando a un 900, decido no hacerlo. (Aquí les dejo el numero por si alguien se anima o llamar desde su casa: 902 199 202.)

El sol consiguió empujar las nubes hacia el monte y una luz casi eléctrica penetra por la izquierda del compartimiento, iluminando la mesilla donde me apoyo y mi letra pequeña (podría ser sanscrito) corre sobre el papel cogiendo bajo esa nueva luminosidad un relieve inesperado.

Como ya se los he confesado al comienzo, “hoy no tengo nada que contar” salvo relatarles con el máximo detalle lo que NO me está sucediendo! Olvídense ya de cuentos, largas historias llenas de resurgimientos, intrigas que dan escalofríos, giros súbitos, y todas esas clases de artificios que solo están para atrapan el lector y al fin y al cabo lo llevan justo donde quería el autor. (En la librería de la esquina o en los estantes del Corte Inglés, de la FNAC o de la Casa del libro para comprar la siguiente entrega de una desafortunada novela.) Nada de situaciones extrañas, graciosas o extravagantes, ni de personajes tenaces investidos de un misione sagrada. (Hoy toca el lado más soso de la vida terrena.) Tampoco habrá sitio para los sentimientos, grandes o pequeños, ni para la pasión, la compasión o cualquier forma de amor o respeto hacia alguien o algo. Solo quiero describir lo que se me ofrece a la vista. Escribir, sobre lo absurdo e innecesario que resulta hacer ese viaje otra vez... Sobre la inutilidad de ir de un punto B a un punto A, para cómo será mi caso, al cabo de unos pocos días, un numero definido de horas, regresar a mi punto de partida haciendo el mismo camino en sentido contrario con el consuelo de llegar a casa lo cuanto antes. Bajo ese concepto, de que sirve viajar si siempre sabemos con anticipo que vamos a volver! (Volver…) Sería mucho más sensato pertenecer inmóvil (como las nubes de mi fugaz cuadro). Pero entonces, se perdería también la experiencia de vivir cosas nuevas. Cuando uno se detiene, enseguida se mueve su entorno. Y para no ser absorbido por la espiral del cambio que barra nuestras costumbres y modifica nuestra forma de aprehender la vida, no tenemos más remedio que desplazarnos a más velocidad que lo que nos rodea. Un ser en movimiento se siente más vivo, está más alegre, despabila mas rápido que aquel otro que no lo hace y se irá convirtiendo con el paso del tiempo en una planta pegada a su maceta. Un viejo árbol, tronco reseco chupado por dentro cuyas raíces muertas ya no consiguen alimentar. (El subsuelo también estara contaminado?)

Una luz suave acaricia unas hierbas altísimas de un lindo color verde almendras que por su tamaño, diría que ningún ovino ni pastor habrá pisado ni se habrá comido en meses.

Un tipo viejo se baja el antifaz que tenía puesto en los ojos para esquivar los últimos rayos de sol a la altura de la boca. Así, parece que lleva un bozal! (Acaso morderá aquel anciano?) Solo se lo quito para buscar algo en su saco, un sucio mochilón sin forma. Siempre me sorprende la gente que viaja de noche. Además de unas conductas a veces muy extrañas, se pasan el tiempo alternando dormiditas y comidas. Dormir/comer… Comer/dormir (Y de vez en cuando también, uno se levanta para ir al baño!) Como si no se pudiera aprovechar de mejor manera ese tiempo muerto que supone un largo viaje en tren, en bus o en cualquier medio de transporte lento. Me asombra que puedan desperdiciar así tantas horas como me asusta que se puedan despertar en plena noche y a pesar de la hora ingerir al toque una gran cantidad de alimentos malazos, llenos de grasas saturadas, harina y azúcar solo por aburridos! (Lo harán también en casa?) Casi nadie lee, unos pocos se atreven a sacar unos naipes sin estrenar, el sudoku virgen de un periódico gratis que se llevaron del metro, o el expediente X de un cliente fulano para matar el tiempo ante todo más que realmente para adelantar la faena de la próxima semana. Así tendrán la ilusión de estar haciendo algo. Pero no nos equivoquemos, la gran mayoría NO HACE ABSOLUTAMENTE NADA! Solo esperan, quietos y calladitos a que llegue el tren a su destino final. Y al menos que descarrile, lo que ni en España suele ocurrir todos los días, no tendrán nada que contar a sus seres queridos, colegas, ni a sí mismo (rememorándose aquel trayecto) una vez acabado el viaje. 14 horas tiradas al agua! (840 minutos!) Bueno, ahora solo quedan 13.

Otro chiflado, un niño gordinflón que se traga chuches como las putas de la calle Montera comen pollas o tal vez le pega mejor al chaval esta otra imagen, como las ocas francesas vista a las navidades engullen kilos de pienso sin respirar, también se quita la máscara de dormir. Por miedo a ingerir alimentos inadecuados o caducados comprados en el chino vecino antes de subirse a bordo? Se baja hacia la barbilla su antifaz de superhéroe sin poderes especiales que no tiene huecos para los ojos. La boca tapada, como la del viejito, no podría comer! Es curioso ver como la comida sabe distinto (hasta mejor) cuando la veamos previamente. Como si las papillas y el paladar se despertarían sabiendo lo que les va a tocar y se prepararían para recibir y disfrutar plenamente esos alimentos escogidos (pero no siempre elegidos) por nosotros. Pero para el montón de mierda que el muchachito saca orgulloso de una bolsa de plástico, lo mejor sería no haber sido avisado antes ni ver nada! Para semejante festín no se requiere ser plenamente consciente del tipo de productos que producirá luego aquella orgia bucal, ese gran orgasmo de sabores, sino mas bien INCONSCIENTE! Las golosinas se podrían comer a ciegas que no pasaría nada! (Lo más sabio seria no comérselas, pero me temo que ya tiene el hombrecito la mala costumbre de no hacerle demasiado caso a su estomago o SI pero del modo equivocado.)

Un pinar poco frondoso desciende hacia un riachuelo plateado. El sol se mantiene en lo más alto que puede bien decidido a ser respetado por las nubes de mayo. Su lucha contra las fuerzas oscuras a dado su fruto y el cielo está ahora totalmente despejado.

Unas rocas de formas totémicas crean una atmosfera mágica. Supongo que siglos atrás, allí vivían unos hombres mucho más sencillos que nosotros cuya única preocupación era prever el tiempo para proteger sus cultivos. Puede que pidieron entonces a esos dioses de piedra que mantengan un clima agradable y les proporcionaran una buena cosecha, lo suficientemente abundante para que alcance para todo el pueblo. Ahora que los alimentos vienen  envasado, en lata de larga conservación, embolsados bajo vacio, congelados o directamente saliendo de la cocina de otro (la de un buen restaurante o del carrito del costado) ya no sirven esas encantaciones y las macizas esculturas fueron devueltas a la madre naturaleza. Unos bloques más pequeños se desprendieron a lo largo del tiempo con las intensas lluvias del invierno al igual que el viento (no me imagino que fuera debido a un soplo divino) derivo unos troncos flacuchos que ahora yacen sin vida en el fondo del valle encajonado. Una valla kilométrica rodea el escenario del crimen que los viajeros como yo contemplan con sueño y sin mucha emoción desde las incomodas y también muy fatigadas butacas abatibles del Talgo. A caso los pinos sobrevivientes quisieron escapar de la furia de quienes los talaba y disemina su población ya no con hachas sino con moto sierras! Sera precisamente para protegerlos de la mano del hombre que otros bien dispuestos a salvar su bien habrán puesto la valla? Malditos seres humanos con su mala costumbre de querer dominar y controlarlo todo. Nunca se cansaran de remodelar un paisaje heredado ya bien maltratado de sus antepasados? El hombre moderno es el peor enemigo del medio ambiente, de los árboles y de todo lo que crece de la Tierra. Necesita la madera para todo… Para construir su casa, calentarla, fabricar los muebles del hogar y todo tipo de consumo. Usa y abusa del papel en abundancia, desde octavillas de brístol para apuntar lo que ya no cabe en su cabeza hasta otras más blanditas para limpiarse el culo y borrar los últimos rastros de su condición de animal! La cantidad de papel utilizado al año por habitante en nuestros países llamados “desarrollados” es tan larga como la gran muralla de china!

Los pinos escasos ya no están… Han dejado sitio limpio para que crezcan otros congéneres más bonitos cuya forma está en mejor armonía con el entorno ya no tan salvaje del lugar.

Las primeras casas florecen… En sus calidad entrañas, algunos de los verdugos de la naturaleza, maltratadores de coníferos, y violadores de espacios protegidos descansan en paz!

Ahora los pinos toman su revancha! Un bosque entero desafía el tiempo y el hombre, erigido en columnas compactas sobre hectarias!

A mi costado, los “naipers” (“Snipers?” “Naiperos?” Como se les dice a los que juegan a las cartas? Pues eso “jugadores de cartas”!) …le siguen dando al cartón de una mano floja! Atravesamos un poblado vacio, luego unos cultivos abandonados. En el interior del tren, ni un solo ruido salvo el crujido sordo que viene de afuera producido por el roce de las ruedas sobre el metal. Se acaba mi lata de Coca. También esta nota está a punto de finalizarse! Le pondré un “0” rotundo a la bebida! Cuanto a mis escritos…. Ustedes ya tendrán su opinión? A lo lejos unos molinos recuerdan al viajero que atravesamos Castilla la Mancha y unos aceituneros, que todavía estamos en España. Por el otro lado del coche, el sol enciende el firmamento! Una luz naranja prende el horizonte por completo. Es un espectáculo grandioso! (Como contemplar Hiroshima en primera fila o más cercano a nosotros Fukushima cuando la central vuelo por los aires pero sin las lluvias radioactivas, ni los innecesarios muertos!) Una pradera llana como la estepa y luego… Nada! La desolación total! Ni una sola vaca. Ni un cordero, ni tampoco lobos! Los únicos mamíferos a las vista somos nosotros, presos del tren 404 con destino a Paris que por suerte no se detiene. Esta vez al menos no nos dará tiempo ni tendremos la oportunidad de mancharlo todo de nuestra sucia presencia! De repente la oscuridad nos envuelve. Estamos en un túnel. Atrapados como ratas! Y si a alguien se le ocurriría cerrar el otro lado? Nos aplastaremos como moscas contra un cristal! A lo mejor el mundo tal y como lo acabo de describir, ya no existe? No se preocupen, solo les quería asustar un poco. Era un delirio literario nada más. El fin del mundo puede esperar. Todavía nos queda algo de tiempo antes de que lo destruyamos todo o que un asteroide del tamaño de la Luna choque contra la Tierra! Es que hoy como se los dije al comienzo… No tengo nada que contar! La naturaleza, penetrada a la fuerza sigue de pie, bien viva sin quejarse demasiado. De vez en cuando nos da un aviso… Un terremoto o un tsunami de fuerte magnitud del que  conseguimos sobrevivir,  prueba que no es tan mala con sus hijos a pesar de los castigos que le infligimos.

Alguien ha construido a un tiro de las vías una casita, (su refugio o una remisa), con las mismísimas piedritas del camino. Idea sencilla, ecológica y llena de buen sentido. La colza recubre la montaña alrededor… Un pedregal y de nuevo los gigantescos molinos de antes removiendo el aire viciado! El ferrocarril al contrario de las autopistas no contorna la naturaleza sino que la atraviesa de par en par como una lanza! Una jabalina sobre ruedas, aunque la mía, la habrá lanzado un manco!

PAUSA.

Son las 20.20 horas. Ahora toca la peli y despedirme de Ustedes. Les agradezco su compañía.

Afuera la noche tal una manta recubre poco a poco ese no tan especial 31 de mayo.