Sueño olímpico
Yo también me levante con resacón y dolor de cabeza. Aunque lo mío era distinto, nada que ver con el sueño olímpico de Gallardón que poco a poco se le iba de las manos y estaba a punto de convirtiendo en su peor pesadilla! El juzgado se lo había dicho claramente unos días atrás, Madrid aun no estaba preparada para recibir el mayor acontecimiento deportivo del planeta. Tantas expectativas, tantos esfuerzos para nada! Y todo ese dineral publico gastado, el de la comunidad, el del estado y al final el del propio ciudadano dilapidado para hacer realidad lo que sería sin duda el proyecto de su vida para que en la recta final y con la meta a vista unos cuantos babosos del COI se le digan que no. Preferían a la “puta” brasileña!
Yo al igual que Gallardón era un iluso, y como él me gastaba un dinero que no era mío pensando todavía que de un modo o otro, acabaría encontrando una solución para devolverlo. Imaginando que tarde o temprano todo se terminaría y que recogiendo los beneficios de lo que había sembrado podría callar a los sépticos y a mis detractores. Pero este año la cosecha seria escasa y mi barco sin carburante se hundiría sin remedio en las aguas del Manzanares si no cambiaba rápidamente de rumbo.
Cuando me lo dijo Bea anoche, me quede unos instantes mirándola; Tenía razón! Nunca se me había pasado por la cabeza o si aquello sucedió, no lo quise ver en su momento pero perseguía yo también una quimera. Tanto como el alcalde de Madrid quería pisar la tierra sagrada del olimpismo, aspiraba yo a un galardón que a lo mejor nunca tendría! Ya se sabía desde hacia tiempo que muchos eran los llamados y muy pocos los elegidos, y sin duda ni yo ni Gallardón éramos del buen bando.