Futuro

Mudarme solo o mudarnos con Bea? Irme a la China o solo cambiar de barrio por Salamanca? El asunto es que últimamente me agobia muchísimo estar en casa. Ya no me gusta tanto el piso, “nuestro piso”. Hogar bonito cuya decoración hemos elegido los dos, como debe de ser. En realidad me sobraba tantas chátaras de mis vidas pasadas que no fue muy difícil amueblarlo y si consentí en deshacerme de buena parte de lo que tenía de antes, me empeñe en conservar algunos recuerdos de los viejos tiempos que ahora como trofeos absurdos de mis derrotas decoran el salón. Pequeña victoria sobre la marcha del tiempo que irremediablemente pasa y se lleva consigo mis recuerdos arrugados, los malos como los buenos, conservo así intactos pedacitos de mi historia. Supongo que, en cierta manera, será para no olvidar de que antes también a veces fui feliz. Si amontonamos así cosas que ya no sirven es que nos ayudaran luego a superar las nuevas desgracias que al igual que los souvenirs se van, nunca tardan mucho en llegar aunque arranquemos otra etapa de nuestra vida con todas las esperanzas del mundo de no repetir los errores de siempre. De no joderla a la primera, ni a la segunda, fastidiando demasiado a nuestra pareja.

Al cabo de dos años de convivencia ya se sabe lo que podemos esperar del otro y lo que al revés por A o B nunca tendremos. Con Bea, si fue distinto al principio ya no lo es! Nos quisimos, nos amemos, y de a poquitos se fue cayendo aquel amor hermoso. Volvimos a querernos, y entonces a querernos menos. Y ahora? Pues, puede que solo aguantemos al otro por pura simpatía recordando los primeros momentos? Que le tengamos cariño y tal vez un poco más, pero me temo que se haya ido el amor verdadero a otros lugares, hacia otros hogares donde desconocidos como nosotros se enamoran.

Entonces vuelve la pregunta de saber si me voy solo o si me llevo a Bea? Entre cajas de cartón y maletas, puede que quede algo de espacio en la furgoneta de alquiler par una chica flaca como ella cuyas medidas y proporciones están dentro de la media de esas mujeres con curvas pero sin sobrepeso. O sea, Bea no es ningún bicho raro ni robot de tres metros de alto por uno de ancho y media tonelada de peso. Sus pechos no son de titanio ni disparan rayos gama. Sus brazos delgaditos no son afilados como cuchillos y sus menudas manos tampoco se terminan en garras que en el transporte podrían arañar mis preciosas pertenencias sin valor.

No lo tengo bien claro, si quedarme aquí o no? Pero debido a un proyecto laboral que me podría mantener (esa es la palabra) a flote unos meses, he descardado por el momento la idea de marcharme de Madrid, lo que también significaría irme de España. Lo más sabio es quedarse y ver qué pasa. Si todo me va de culo, ya será tiempo luego de tirar mi vida por la borda y hacer los cambios necesarios. Dejar la vivienda, los negocios y por supuesto abandonar a Bea a su propia suerte. Me quitaré del medio para pirarme a la china con mi mochila, sin mirar atrás. Pero, y eso espero, si me va bien entonces nada ni nadie me impedirá cambiar de piso. Hasta puede que nos mudemos con Bea? A un gran espacio vacío para llenarlo de los recuerdos que el futuro ya cerca nos traerá. Tan cerca que ya se escapa de la punta de mi lápiz.