La tercera manera

Siempre hay dos y hasta tres maneras de mirar las cosas… La lógica (o la que más nos conviene) que nos viene a la mente sin necesidad ninguna de reflexionar. (A pesar de que nada nos garantice que sea la buena!)… La equivocada (que conduce directamente al fracaso)… Y la ultima. La menos esperada que sale de no sabemos donde (al menos que provenga de nuestra mente enferma) y nos proporciona una real alternativa a la hora de tomar decisiones. Ofreciéndonos una puerta de salida en la espesa y alta pared que sin ella se convertiría en un muro de lamentaciones donde toparíamos arrebatados. Frente a un cruel y drástico esquema bipolar con solo dos opciones (retroceder o saltar la muralla) agradecemos esa grieta inesperada que nos evitara el penoso trabajo de cavar un túnel! (Lo que también sería una escapatoria a la dualidad aplastadora del quiero/no quiero.) Para no escoger (y de eso se trata en cubierta) entre el si (ofensivo) y el no (inofensivo) apostamos (medio desesperados) por un “tal vez” incierto! Para no preferir el color negro a su contrario inmaculado, elegimos el gris (nuboso) pensando que le daremos al blanco (aunque sea a medias). Del mismo modo que para no perdernos en el bosque frondoso de las ideas, en lugar de tomar el sendero de la izquierda y por temor a pisar el de la derecha, vamos recto. Por la pista ancha y bien despejada de la seguridad, allí donde veremos el peligro antes de que se nos acerque! Pero pasa un pájaro, nos cae una gota del cielo y levantamos la cabeza. Como consecuencia directa tropezamos torpes sobre el asfalto llano. Perdiendo el equilibrio, aterrizamos boca abajo y con los ojos al nivel del suelo miramos un interesante y distinto panorama. Esa es la perspectiva “inesperada”! Nadie podía prever lo que iba a suceder. Nuestro cerebro “mal educado” ha aprendido a lo largo de nuestra vida a ponerse límites, a rechazar lo improbable como lo menos oportuno, según unos criterios de auto aprendizaje heredados de tiempos remotos. Somos unos mamíferos, no hay que olvidarlo! Guiados por un instinto y unos reflejos animales. (Lo “divino”  de nuestra personalidad se queda en los libros, en los hechos somos más pragmáticos!) Además, nada dejaba a pensar que nos íbamos a aplastar solos y de un modo tan estúpido! El tercer camino es de lejos, el más atrevido, el que nos hace sentir vivo y humano. Lejos de la desesperación del monótono “buen sentido” que nos hace tomar rutas sin relieve con una meta previsible, esa “nueva” vía nos llevara a un desenlace desconocido. Ya  no importa tanto el objetivo sino el recorrido hacia él.