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Le blog littéraire de Cedric Josse
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  • Ce blog mélange récits, expériences personnelles, analyses et critiques de la société le tout ponctué de commentaires sur l’actualité nationale/internationale. Este blog mezcla relatos, experiencias personales, análisis y critica de la sociedad.
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23 août 2012

El robot

SDC11428 - Copie

Así pues era su tarea… Aliviaba la vida de la gente que recurría a sus servicios, pero también a veces se la complicaba. Con el fin (según su propio juicio) de mejorar la existencia demasiado terrena de sus compradores y hacer que ellos también aprendieran (no tan solo él como sabio y caro juguete que era) sacando pardito de esa nueva convivencia entre hombre y maquina. El resultado no era siempre el esperado y más de una persona se quejaba de esa toma espontanea de iniciativa no muy propia de un robot. Servir el hombre, no ser su esclavo, esa era la filosofía. Cumplía su misión con total libertad para escoger cuando le tocaba ser el dócil “electro-domestico” que habían adquirido o mostrar su cara de chisme impetuoso, denegándose en aquellos momentos a ejecutar órdenes que no le parecían. (Tenía el mal genio de los humanos aliado a la implacable lógica de un procesador de última generación.) En todas y cada una de esas perplejas e incomodas situaciones, su comportamiento extraño se desvelaba de inmediato. Ya no se dedicaba con atención y buen humor a su labor sino mas bien se alejada de la escena de dicha tarea alegando su derecho a un trato más digno, dejando sus dueños con la boca abierta. Molesto, se iba maldiciendo en un lenguaje codificado que no se entendía en absoluto, menos algunos vocablos cuya música y hasta sentido podían resultar familiar para quien prestaba el oído o por como los pronunciaban. Más la intencionada y muy exagerada acentuación de sonidos situados siempre al comienzo o al final de aquellas frases misteriosas.

Otras veces, se les cruzaban por completo los cables y tomaba acento eslavo, moldavo en concreto. Por qué? Nadie lo sabia! Repetía hasta quemarse los circuitos su nombre o mejor dicho el apodo con el que lo habían bautizado (él y todos los de su generación) al salir de la cadena de montaje. Para rendirle más “humano”, que no sea un simple número de serie. Precaución inútil tomando en cuenta su carácter. Memorizaba palabras, frases, replicas de pelis o letras de canciones y cuando “se le iba el casco”, como no tenía la posibilidad de cantar, hablaba con un ritmo esporádico, seccionando las palabras donde tocaba como un rap-ero (ciber)-fren-ético. Pero de todo ese vocabulario, lo que mejor se sabía eran las jergas y cuando se enfadaba de verdad, no era raro que se le escaparía una. Lo que hubiera resultado gracioso de parte de un androide al no ser tan frecuente. No obstante con el paso del tiempo se convirtió en algo fastidioso y frustrante para sus propietarios hartos de oírlo soltar tacos a cada rato pero impotentes para impedírselo. Al robot, nunca se le muria la batería y podía seguir así horas y horas. Al contrario de sus “amos” a quienes se le agotaba el ánimo y la paciencia. Ellos que habían visto en él el fin de las peleas domestica! De a poquitos y como para enfadarlos aun mas, se fue inventando nombres grotescos para calificarlos. A ellos, a sus parientes, amigos y a cualquiera que frecuentaba la casa a menudo o penetraba de casualidad en la propiedad que administraba. Lo mismo pasaba con la gente que llamaba por teléfono o que él contactaba para encargos. Los repartidores de la zona, el cartero, los vecinos, lo conocía y temían su verborrea que como flechas envenenadas!

Al jefe de familia y también de cierto modo “jefe” suyo le decía EL CABRON. Su esposa era LA CABRONA por cabezota y por los cuernos que le ponía a su marido con el vecino del lado. Los niños eran LOS CERDITOS por ser tres como en aquel cuento infantil y cochinos como ellos solos! Luego, al pobre chaval de correos que solía acudir por la mañana, le puso “el seis letras” o sea, EL “MIERDA!” (Dios sabrá por qué!) Al famoso vecino fornicador le denomino bajo el sustantivo de POLVODORA, por el empeño y la repetición que desplegaba en complacer a LA CABRONA mientras su esposo cornudo pero feliz se iba de pesca. LOS CERDITOS jugaban con LOS POLLITOS, también conocidos como PIN y PON, los mellizos del chino (o al menos asiático) de en frente que regentaba la tienda de alimentación del barrio y que más que realmente “amarillos” eran bajitos y cabezudos. Siempre saltaban y gritaban, lo que al robot le disgustaba profundamente a pesar de entender perfectamente su idioma. Por fin, como tampoco le gustaba su propio nombre: ROBIE, ni ningún otro atribuido por un ser humano, se había autoproclamado ISAAC en homenaje a Isaac Asimov.

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