Don Nadie

Para sustraerme a la rutina de una vida sin rumbo tenía que pensar de otra manera. En cuatro palabras: “Dejar de ser yo!” Es decir, dejar de ser un ser pensante y convertirme en un especie de robot sin alma. No es nada evidente cumplir con semejante tarea, sobre todo tras haber vivido o mejor dicho sobrevivido tanto tiempo como una “persona completa”. Me tenía que emputar de la mejor parte, la mente! Borrar todo el pasado y reiniciarme! Tirar todos los archivos! Todas aquellas referencias, las heredadas como las aprendidas que a lo largo de un largo recorrido me habían convertido poco a poco en quien era a la fecha de hoy.

Un “fracasado” para algunos, un “hombre libre” para otros, dependiendo de sus propias experiencias y de su ubicación en el mundo. Sabiendo que uno no puede ser juez y partido, solo dije que trate de ser fiel a mis principios. No venderme bajo ningún pretexto, ni tragarme mierda que no fuera mía. Ser imperfecto, cobarde y débil en muchas ocasiones, a veces fuerte, orgulloso y hasta soberbio cuando mi naturaleza me lo permitía. Y cuando no, la subordinaba o se le hacia la patería y ella por interés o generosidad me dejaba creer durante unos instantes que manejaba mi vida cuando todos sabemos perfectamente que no es así!

La existencia es una puta cabreaba insatisfecha y colérica que nos da a palos cuando menos nos lo esperamos para mantenernos en esta condición de siervos dóciles y sumisos, vencidos y sin ganas de rebelión. Afrontarse a ella, sacar el pecho, seria exponerse a la desgracia perpetua. Cuantas metas que nunca alcanzaremos? Cuantos sueños rotos? Mejor vale para no ser totalmente infeliz hacerse la vista gorda, mirar al otro lado, allí donde todo está soso y plano y dejar que pase la furia. Naífs que somos pensando que la podríamos desafiar!

Hace años, hice un pacto con ella. Me dejaría en paz y por mi lado no intentaría crearme un futuro dorado. El “Dorado”, solo existe para un puño de locos, ilusos aventureros. Para vivir apartado del resto. Contemplativos, figurantes, mas espectadores que actores de su propio destino. Hasta hace poco, todo me iba bien. Procuraba no salir del camino marcado aunque a escondidas ya preparaba mi arsenal para la batalla final! Me alistaba para derrotar esta zorra, mandar todos aquellos prejuicios, ideas recibidas y la parafernalia de “nones”, de rechazos, de “lo siento” al infierno. Pero me pillo en los preparativos y me cuito enseguida las armas!

Nunca pensé que bajo mi mismísimo techo contaba con una aliada de peso, mi compañera! A ella tampoco le parecía que “yo” fuera distinto al resto. Que coja las mejores frutas del árbol cuando ni había sembrado una sola semilla, ni cultivado nada más que mi ego. El golpe vino de frente y no lo pude esquivar. Un tortazo tremendo que me dejo K.O. al toque! Un palizón imparable que me hizo retroceder a ese periodo de dudas y de desconfianza casi absoluto que tuve en otras circunstancias acerca de mis propias proyecciones y posibilidades. Sin riposta posible, sin repuesta adecuada, las pocas palabras inútiles que formule se perdieron en mi boca y solo salió al caerme un gemido. Ahhhhhhh!

Cuando desperté un rato más tarde, era otro! Un tipo normal y corriente. Lo que siempre había odiado, rechazado y huido desde mi niñez. La representación absoluta y absurda de la triste “normalidad”! Temía que ello sucedería y tal y como lo había previsto ocurrió! Me había convertido en un Don Nadie, uno más de la asombrosa multitud de seres que caminan resignados hacia la muerte sin escapatoria!