Vida falsa

Fumando un cigarrillo electrónico, un café descafeinado esperándome en su vaso descartable de papel reciclado sobre la mesa de centro (restaurada por un aficionado de los muebles antiguos a pesar de ser totalmente nueva y que la aparente madera sea de mentira). Medio tumbado en mi butacón de poli piel, leo el diario online mientras en la tele dan un programa sobre la reproducción asistida. Relaciones de pareja virtuales, amigos vía redes sociales (que solo existen en el universo paralelo de la cibernética y en un rinconcito de nuestra cabeza) y un polvo de verdad de vez en cuando con condón y lubricante por si la naturaleza falla! (Y para no contractar enfermedades a las que por desgracia no hay curra.)

Existen antivirus para devolver a un estado “sano” maquinas infectadas pero la medicina moderna todavía carece de antivirales eficaces si damos en paso en falso en nuestras relaciones intimas. Lo que no nos permite llevar la existencia disoluta y totalmente despreocupada que quisiéramos! Haciendo siempre lo que se nos antoja. Burlándonos de la aplastadora y absurda moral cristiana que nos sigue y nos persigue desde hace siglos prometiéndonos después de una muerte “supuestamente violenta” el castigo supremo de la misma mano de Dios (entidad que hemos creado) por nuestra atrevida conducta en la vida terrenal. Al no ser entonces que seamos totalmente idiotas o dispuestos a afrontar algún dia las consecuencias de nuestros actos, hay que tener cuidado, “temer más que querer” y en todo caso apretar las nalgas fuertemente! (No se trata de tirarse a la ligera a una virgen doncella ni atar por diversión a la madera de nuestra cama al joven amante que trajimos a casa, como no, para fallárnoslo en todas reglas, incluso por detrás!)

Pero también podría pasar, que llame por sorpresa una noche a nuestra puerta, un chaval o una muchacha diciéndonos a la cara: “Soy tu hijo” o “eres mi padre”… Mentira! Tras el desayuno, haré un poco de ejercicio en la cinta de correr o montando mi bici, de esas estáticas ancladas al suelo frente a una pared. Desfilaran enseguida, proyectadas en una pantalla retráctil, imágenes en 3D de sitios oníricos que nunca pisare. Visiones pixeladas de un ingeniero convertidas en gigabytes para que nos relajemos a la hora de practicar nuestro deporte favorito o sencillamente el único a nuestro alcance. En mi caso, sudo la gota gorda en mi primitivo gimnasio casero donde de hecho no acuden mas socios! Mejor me hubiera ido al parque a dar una vuelta con el perro. (Todavía falta determinar cuál de los dos pasea realmente al otro!) El mío es un Pinscher de color marrón chocolate. Tiene aspecto de “feroz” Doberman pero en pequeño. Lo que resulta más fácil para relacionarse correctamente con otros canes, personas y el montón de bichos raros y mamíferos variados que andan sueltos por el barrio. Del mismo modo, su tamaño lo hace más adaptable a la vida citadina. No tiene pedigrí debido a que su bonito color que también comparte con su hermano grande no está reconocido dentro de los criterios de su raza.

Ambos tenemos genes alemanes aunque nacidos al otro lado del Rin. Tenemos los mismos ojos verdosos, una silueta estilizada fuera de nuestras respectivas posturas, un comportamiento similar con nuestros semejantes y un carácter fuerte, hasta dominante pero en el fondo “somos buenos”. Los dos meamos en la calle, yo por borracho y él por no hacerlo en casa, ya que viniendo de un perro no sería muy bien visto por los humanos! Pese a esas similitudes y características no somos familiares! Solo parientes lejanos. El hombre y el perro comparten en efecto 18.473 de los 25.000 genes posibles. Pero los cínicos desde Diógenes de Sinope hasta “vuestroservidor” reivindicamos aun más esa proximidad entre el hombre y su mascota. (Benditos animales “domesticados”!)