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Le blog littéraire de Cedric Josse
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  • Ce blog mélange récits, expériences personnelles, analyses et critiques de la société le tout ponctué de commentaires sur l’actualité nationale/internationale. Este blog mezcla relatos, experiencias personales, análisis y critica de la sociedad.
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13 août 2010

Fast food connection

31.07.2010/20:02/39° Ronald_McDonald

En Sevilla no parecen haber integrado en su concepto del turismo, aquella sub categoría de viajero “misio”. O sea, todo aquel que viaja por desgracia o propia conveniencia con el único propósito de llegar a su destino sin gastarse en el camino nada más que lo estricto necesario. Me explico… Para fomentar el turismo local y aumentar el consumo de sus productos y servicios, no se les ocurrió nada mejor en la capital hispalense que poner dos estaciones de buses. La “principal” de la Plaza de Armas ubicada en la orilla del Guadalquivir al norte de la plaza de toros, que más bien podría llamarse “nacional” sabiendo que une Andalucía a las demás comarcas de la península y la “regional” del Prado de San Sebastián no muy lejos de la Catedral que desirve sitios de la costa, del sur y del oeste pero solo dentro del perímetro de la misma Andalucía. Entonces cuando uno se plantea viajar de Madrid a un pueblo X, por ejemplo, Conil de le Frontera, o como ahora es mi caso regresar del dicho pueblo a la capital española, tiene que hacer un transbordo obligatorio (aunque innecesario) en Cádiz o en Sevilla.

Allí se le complican un poco las cosas… No es que no existan en Sevilla medios de transportes eficientes para ir de un punto a otro de la ciudad, o mejor dicho de una estación de buses a la otra… El metro, la propia red de buses municipales, hasta cuentan con un tranvía que quien sabe, puede que pase por ellas? Sin hablar de los taxis (que al igual que las putas, vayamos donde vayamos siempre están!) y de unas bonitas carrosas de ruedas amarillas y un solo caballo de potencia que pisan incansablemente el pavimento del casco histórico y de las avenidas rectilíneas que van de un parque a otro. Pero como tenía casi tres horas, me pareció absurdo usar el transporte público, así que me decidí por hacer la junción caminando. Me ahorraría los cinco pavos del taxi que me gaste a la ida para una rica hamburguesa y podría aprovechar ese tiempo libre por delante para perderme un poco por el centro tan bello de la perla del Guadalquivir.

Y así ocurrió! Aunque no fue precisamente en la parte más bella. Interprete mal el plano sacado del Google Maps y en algún momento me fui por la derecha (me traiciono mi instinto) en vez de girar por la izquierda. Allí empezó media horita de caminata inútil. El pequeño recorrido de unos dos y picos kilómetros que separaba las dos estaciones y que en mi mapa sobresalía en un tono azul oscuro estuvo a punto de convertirse en toda una odisea con un nuevo rumbo totalmente desconocido, sin pasar por las pintorescas callecitas del centro ni tampoco parar por la hamburguesería. Hasta era capaz de perderme el bus de retorno a Madrid!

Pregunte por donde iba y una señora muy amable me dijo que allí donde quería ir era precisamente en la dirección opuesta! Maldita sea! Le di las gracias y me di media vuelta, (tirando mi saco de ruedas como aquellos caballos remolcan sus coches, me imagino, sin ganas pero sabiendo que luego llegara el descanso y la comida) y por fin llegue a la hermosa parte de mis recuerdos. Allí donde venimos con Bea el año pasado en Semana Santa. (A conocer Sevilla, aprovechándonos del ambiente generado por la cita religiosa aunque no seamos ni yo, ni ella, devotas.) Pase por los mismos lugares donde nos habíamos paseado, vi los mismos edificios con sus fachadas cinceladas que parecen ser más la obra de un pastelero que de un arquitecto. Reconocí aquel restaurante italiano donde habíamos cenado tan rico, y así, tras dejar atrás el Real Alcázar y la emblemática Catedral, llegue a la Meca de las hamburguesas baratas.

A veces se encuentran en un mismo sitio y momento determinado todas las carencias estéticas de nuestro ya no tan vasto mundo. Y creo poder afirmar con la máxima certeza tras haberlo probado dos veces en un intervalo de quince meses que el McDonald’s del paseo de las Delicias a pesar de su situación fue sin duda en ese tiempo como lo sigue siendo ahora un lugar de esos! No puede presumir de ser “exquisito” ni de gran encanto! El nombre de la calle nos engaña sobre lo que vamos a encontrar realmente dentro. Resumiendo en una palabra, la sensación que tuve una vez dentro fue que era… Espantoso! (No pensaban que iba a escribir aquí “asqueroso”, aunque lo piense? Es que si realmente fuera así, ni me plantaría comer!)

Me decidí por un C.B.O. (Chicken/Bacon/Onion) y no como lo creí al principio… Cebolla, Beicon, blablablá… Y la “O” entonces? Ya que a los españoles les gusta cambiar los nombres, por qué no le habían puesto directamente a esa hamburguesa P.B.C. por Pollo/Beicon/Cebolla o C.B.P. Cebolla/Beicon/Pollo si querían conservar el orden de las iniciales. Entonces en medio del caos general, (3 cajas abiertas, el doble de camareras, y nadie o casi esperando pero aun así todo parecía funcionar todo al revés) espere mi pedido.

Hasta se palpaba en el ambiente que aquí, todos pasaban! El payaso de pelos rojizos se arrancaría la peluca de desesperación delante semejante desastre, pero por suerte esta a miles de millas de allí! Un manager, “El Manager”, se encargaba de las papas… (Sin comentarios.) Es que las chicas andaban totalmente perdidas entre sus idas y vueltas inútiles del mostrador a la cocina de la que volvían las manos vacías. Los escasos pedidos de unas tres personas habían bastado en aniquilar por completo la dinámica de grupo de esas “casi” profesionales de la hostelería!

Me vino a la mente esas imágenes de los fast-foods de Paris (que no suelo frecuentar) siempre repletos, donde una armada de camareros (y reras) atienten a la vez a decenas de clientes indecisos. Siempre con buen humor, formulan las preguntas adecuadas para que todo vaya rápido sin que ni siquiera se dé cuenta el cliente que ya han pasado al siguiente. La política interna del McDonald’s será aquí distinta? Los empleados van a lo suyo y punto! Sevilla es una ciudad preciosa, puede que la más hermosa de España pero por mi propia experiencia diría que allí nunca tendrá nunca uno el trato esperado previamente a su visita.

Todavía me acuerdo de los treinta y pico euros que me clavaron el año pasado en una terraza del centro histórico por una paella de bogavantes en la que no encontré ni un solo bicho! Y cuando se lo hice notar al restaurador quien me trajo la cuenta, que ni había visto las antenas de un solo crustáceo, no se desmonto el tipo y me contesto: Es que a Usted no le habrá tocado! Pero si me toco pagar los treinta eurazos! (Me imagino que luego, algún afortunado habrá encontrado en su plato todos esos bogavantes que faltaron a los demás comensales!)

En la sala, unos chavales amontonados alrededor de un helado que por el calor se estaba derritiendo fuera de su tarina ocupaban cuatro mesas más parte de las sillas de otras dos libres pero ya sin asientos suficientes. Quedaba un par más de mesas libres en cada lado de la puerta de entrada pero llenas de basura. Los antiguos consumidores se habían dado la fuga tras tragarse sus menús sin tomarse la pena de tirar sus restos con los que la gente que hacía cola ahora se las tendría que apañar si no querían comer de pie o subirse a la primera planta que Dios sabe que otra sorpresa reservaba!

El “restaurant”, aunque no sé si es realmente conveniente nombrar restaurante semejante cuchitril, estaba decorado en un vago estilo alsaciano. Maderas laqueadas (para resistir más tiempo a la suciedad) por todos lados, falso techo del mismo acabado, luces de supermercado y mobiliario discount rescatado del cierre de alguna de esas tiendas que venden muebles descatalogados en naves industriales, allá en la orilla de carreteras donde su horrorosa producción espera al mejor precio, a un fulano sin gusto y poder adquisitivo en caída! Los carteles no mienten! Lo nunca visto! (Dicen) Lléveselo ya! Precios increíbles! Y claro, todo aquello… En 12 cuotas sin intereses! Además, todos esos mercantes tienen fabrica propia, lo que no es en absoluto señal de garantía pero hace sentirse la gente más segura a la hora de comprar! Pues resulta que ahora cualquiera puede autoproclamarse diseñador, echar dos trazos de lápiz en un papel y, voilà! Para que estudiar carreras entonces? Pero sus productos son tan horribles que los tuvieron que sacar de los centros urbanos donde chocaban la sensibilidad de la gente raffinée. (Los que quedan!)

Luego la gente… (Volvemos al McDonald’s.) Fuera de las camareras que desafortunadamente eran además de tontas todas feísimas y de los mocosos “demasiado españoles” por su falta de savoir vivre, (ellos también andaban en el plan “PDT” Paso De Todo) que seguían chupaban su helado compartido, esperando que algún día  una de las niñas del grupo se decida en chupárselos el cucurucho, el resto tampoco relumbraba por su apariencia y carisma. El halo de la inteligencia más bien brillaba por su ausencia!

Se habían perdido unos “charnegos” como yo. Des “routards” rassasiés d’aventure, que habían preferido venir aquí a comerse la basura de siempre en arriesgarse a pedir algo de carne en una taberna local para ser seguramente timado en el mejor de los casos si no es que se les daba encima una churri tremenda luego por la comida ingerida!

De repente entro una mancha de suramericanos, orgullosos representantes de la comunidad andina. No sé porque le están tan agradecidos al Tío Sam los latinos, cuando una vez aquí en España sería mucho más lógico que se los lleve su óbolo a los pobres Reyes Católicos! Acaso se habrán olvidado de aquellos pioneros, epicúreos caballeros con sus relucientes armaduras y imponentes monturas que vinieron hace medio milenio a librarlos del mal, proporcionándoles luego, paz y prosperidad! No podrían irse a un Rodilla o a un Pans & Company? Le estarán dando las gracias al tío del gorro por habérselos negado el visado de entrada a EEUU o el permiso de residencia? Lo cierto es que vayamos donde vayamos, del KFC al T.G.I. Friday’s, del Burger King al Hollywood pasando por el Steak House sin olvidarnos por supuesto de la cadena de Ronald el payaso, siempre acuden en masa los latinos como si se les iba a regalar comida!

Latinos por un lado, despistados por otro, solo me quedaban las mesas vacías del centro, codo a codo con la juventud lugareña. Tendré que desalojar a uno de esos culos tiernos y sin estrenar para sentar el mío fatigado. Una minette me cede su asiento. Por fin voy a disfrutar de mi C.B.O. y descubrir lo que esconde bajo su dorada costra salpicada de semillitas y pedacitos de tocinos! Mmmm!!!

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