España vintage
Para levantar un poco el ánimo de los españoles (el que les queda), nos podríamos olvidar por un rato de la crisis, de las próximas elecciones generales con la supuesta victoria del PP (que no cambiara nada en absoluto). De que todo (o casi) les sale de culo, por precipitarse o esperar demasiado. (Olvidándose cuando les conviene que para que las cosas funcionen hay que involucrarse un mínimo.). De que siempre, por un factor “X” indeterminado (ajeno o intrínseco) meten la pata, tropiezan, dando vueltas allí donde otros van recto sin detenerse, mirar atrás, ni balancear la cabeza con incertidumbre de un lado a otro… Dando corneadas al aire, un día a la izquierda, un día a la derecha y culpando luego al conjunto de los políticos por su incompetencia. Para ya no calificar la península ibérica de “lugar cutre” (cuna de paletos) aunque con indiscutibles encantos, sino atribuirle un nombre más apropiado a la realidad de hoy, en “real” adecuación con sus perspectivas (algunas) de mejoría. Suponiendo que esté dispuesta a apostar por el futuro, el cambio y la vuelta del estado de bienestar y dando por hecho que “lo viejo no es siempre antiguo”. (Aunque lo tradicional sí, es, y permanecerá irremediablemente fuera de moda). Entonces podríamos usar para España, a medio camino entre su pasado y sus expectativas europeas el término de país vintage.