Cuando una letra marca la diferencia
Una sola letra separa aquel niño atrevido armado de una rama del perro amarado a otra de mayor tamaño. Pero esa pequeña “a” insignificante en sí, marca toda la diferencia entre el hombrecito, cumbre de la evolución y un pobre animal que como tal se quedo atrapado por el camino, en el limbo del desarrollo genético. Imagínense unos instantes a ambos “palo en la mano” o al muchachito atado a un árbol junto a la mascota! Peor aún seria que el pequeño humano estuviera privado de su (relativa) emancipación mientras el can (majestuoso maestro de su destino) gozaría de una total y absoluta libertad de movimiento. Se le acercaría acaso el cuadrúpedo al bípedo (ahora a cuatro patas) o pasaría de largo? Es probable que la escena por cómica y inusual que fuera no llamaría demasiado la atención del canido engreído de repente que privilegiaría otras vistas que la contemplación llena de misericordia cristiana hacia su ex verdugo convertido ahora en esclavo y en el hazmerreír de sus semejantes! Nunca una “bestia” llegara a ser tan cruel como una persona! Lo malo de nuestra raza es que desgraciadamente nuestras facultades de seres “superdotados” vienen acompañadas de su lote de alteraciones y trastornos diversos, convirtiendo los barbaros de antaño en ciudadanos respetables, civilizados y feroces a la vez.