Números

- Perdón, el número 12 de la calle Serrano?

- Pues, estará al otro lado!

- Si, allí está el número 14, pero no veo el 12?

- Los números van subiendo. Así que el 12 estará antes.

- Lo sé, pero no dice nada.

- Ya cruzo?

- Si!

- Pues aquí solo están los impares. El 9, allí el 11 y luego el 13. Así que el suyo tiene que estar al frente.

- Gracias.

- De nada! Lastimo no poder ayudarla más!

Una semana después…

- No sé si encuentro el número 12, pero por lo visto encuentro el número 6!

 Tumbado en mi alfombra, mirado el techo liso y sin focos de la sala de yoga, reconocí su rostro aunque lo veía al reves. Ella estaba sentada, piernas por delante, los brazos caídos de cada costado se su busto. Me sonrió.

- Pues sí, Ud. tenía razón! Estaba por ese lado de la calle. Crucé de nuevo y al final lo encontré!

Tras un ratito…

- Así, que esta es su primera clase de yoga?

- Menos la clase de prueba, si, es la primera!

- Igual para mí! Y como encuentro la sala?

- La encontré precisamente el otro día, buscando el número 12!

- De verdad?

- Si! Pasé delante del portal y me llamo la atención el cartel que ponía “yoga”. Me atreví a entrar y pregunté. Me dijeron que estaban armando un grupo de principiantes para el martes siguiente, así que me apunte y aquí me tiene!

- Se le iba a preguntar si vivía por la zona pero por lo ocurrido aquel día, me temo que ya conozco la respuesta!

- Pues se equivoca! Vivo aquí al lado. A un par de edificios no más! Es que mude la semana pasada.

- No me estará diciendo que vive en el número 12?

- Allí mismo!

- O sea que la vez pasada, cuando me pregunto donde quedaba ese edificio, más bien me estaba preguntando por su propia dirección? Allí donde iba a vivir desde entonces!

- Si!

Llego la profesora y la clase empezó. Entre relajación y ejercicios más bien físicos (mucho más de lo que me esperaba) mi atención y mi mente se iban hacia la desconocida del 12. Cuando se acabo la clase, saliendo de la aula se lo pregunte si le apetecería acompañarme a tomar algo y me dijo que sí, que estaría encantada!

- Creo que nos merecemos una recompensa! (Añadió.)

Yo estaba de acuerdo! “Nos merecíamos una recompensa!” Tras cambiarnos en sitios distintos, nos despedimos de la profesora y salimos del edificio saludando al portero parado en la entrada.

- Y a donde vamos? (Se lo pregunte) Tiene alguna preferencia?

- No sé! Y a donde quiere ir Ud.?

- Es que no conozco bien la zona!

- Y yo menos! (Se nos escapo una risa.)

- Que le parece si vamos subiendo la calle? Supongo que acabaremos encontrando algo.

- Vale!

Así conversando, pasemos delante del misterioso número 12, que no tenía efectivamente nada indicándolo. Solo su ubicación, después del 10 y antes del 14 dejaba de pensar que se trataba bien del 12. (Aunque también podía ser un 10 repetido, un 10 bis!) Eche una mirada al monumental portal y ella me confirmo sin abrir la boca solo de un parpadeo que esa era bien su casa! (Como si ya supiéramos los dos que dentro de un momento no tan lejano, volviéramos a pasar por aquí y tal vez me invitaría a subir.) De momento, nos conformábamos disfrutando de la compañía del otro andando por la caótica calle Serrano cuyas reformas parecían que no iban a acabar nunca! En la siguiente esquina, a la altura del número 16 un simpático bar cuyo nombre ya lo decía todo “La llave” nos sirvió de refugio. Eran las 10.00 y además de las consumiciones, tras las calorías gastadas en la clase de yoga necesitábamos algo más sustancioso. Mire la carta y mis ojos cayeron directamente sobre la tostada de solomillo con foie.

- Qué le parece? (Se lo pregunte.)

- A mí me encanta el solomillo! Y estaba dudando entre esa y la de solomillo con brie y cebolla caramelizada.

- Y qué tal si pedimos las dos y compartimos?

- Sería perfecto!

- Y de beber?

- Yo me tomaré, un vinito!

- Blanco?

- Por supuesto!

- Vale! (Al mozo) Pues dos tostadas, una de… y la otra de… y dos copas de vino blanco!... Brindemos?… Tchin!

 - Tchin!

- Mmm… (La copa ya en los labios.) Se me olvido preguntárselo su nombre!

- Yo, soy Clotilde! (Y me ofreció su mano derecha tras pasar previamente su copa a la izquierda para un apretón amistoso.)

La rapidez de su gesto me dejo un instante en el aire y medio torpe extendí mi brazo para coger el suyo de la muñeca arrastrándola suavemente hacia mí de modo que se tuvo que agachar un poco para no caerse del taburete. Aproveche la cercanía de su cara para depositar un beso en cada una de sus suaves mejillas mientras ella hacía lo mismo en las mías peludas! Al separarnos nos dimos cuenta que algo estaba pasando. Comimos nuestras ricas tostadas, pedimos otro vino y el mozo que desde el comienzo se había enterado de nuestro juego nos invito a un tercero. Ligeramente ebrios salimos del local dándole las gracias previamente al jefe de barra por su cortesía.

Me agarro del brazo Clotilde y con toda la confianza del mundo bajemos esa misma calle que un momento antes habíamos subido como casi desconocidos. Nos paremos justo delante del número 12. Me voltee hacia ella y le iba a dar otro par de besos mas para despedirme de ella cuando otra vez me adelanto depositando un hermoso beso en mis labios.  

Comments

[Cedric]

Mejor tener un estilo antiguo que no tener estilo!

[silvia]

Buen estilo; no sé si es lo que buscas, pero tiene un aire como de los años 50-60... por el tratamiento de usted y por el nombre de la chica: Clotilde!!!